El partido de Giles lo tiene todo y esta muy cerca

A menos de 100 km de Capital, pueblos detenidos en el tiempo,
viejos almacenes, un criadero de ñandúes, otro de truchas, restaurantes de campo, productos orgánicos, muzzarella, regionales, club de planeadores, agrupación gaucha, horno de ladrillos, clínica equina, polo, cabalgatas ,observatorio astronómico, todo!




viernes, 31 de agosto de 2012

La posta de Figueroa


Don Julio Figueroa Castex, junto a su mujer y sus hijos (once, que no son pocos), son los actuales habitantes de la casa. Aparentemente felíz de su vida en el campo, don Julio es el propietario tras muchas divisiones y repartos, de la hacienda que herederó del sargento mayor de milicias Tomás de Figueroa, que en 1755 compró las tierras a la familia del general Ruiz de Arellano, fundador de Areco y quien estableció allí la Estancia La Merced.
Hoy Don Julio amansa potros como oficio y en lugar de las antiguas veinte, son seis la hectáreas que posee. Sus características son  peculiares, porque más allá del peso de su valor histórico, la Hacienda es el único lugar de la Pcia. de Buenos Aires cuya propiedad perteneció y pertenece a la misma familia por más de doscientos cincuenta años.


Como en muchos documentos de época se menciona a la estancia en Areco, siempre surgieron confusiones sobre el partido que la cobija. Pero no es Areco a quien pertenece: está ubicada en el camino real al Alto Perú, hoy mas sencillamente el camino de tierra que une a Areco con Luján, muy cerca de la localidad de Azcuénaga y cerca de la confluencia de los arroyos  Suero y Giles, y está emplazada, sin lugar a dudas, en la jurisdicción del partido de San Andrés de Giles ( y esto desde 1864 y ratificado al año siguiente, cuando se fijó la delimitación de los distritos bonaerenses al norte del Río Salado). 

Si bien se supone una posta, nunca figuró entre las postas escalonadas en dirección a Córdoba del Tucumán y al Perú de fines del siglo XVIII, aunque el camino pasaba bien cerca del casco de la estancia. Pero como los Figueroa y Rosas resultaron hacer buenas migas, la familia la ofreció al caudillo como refugio seguro cada vez que la necesitara, hasta terminar siendo el escenario del último encuentro entre Rosas y Facundo Quiroga


Otro personaje histórico pero que no la pasó nada bien en lo de los Figueroa, fue el general José María Paz. El entró al casco como prisionero, obligado a hacer noche (la del 22 de septiembre de 1835) para terminar en un calabozo en Luján.En la misma habitación, dos de las hijas de matrimonio duermen hoy allí.

 Si la hacienda se puede visitar de manera ocasional es gracias a la gentileza de su propietario, con quien tras acordarlo, se puede lograr una recorrida.
 Es lo que fue: una casa de familia que alberga un gran patrimonio histórico solo puesto en valor por quienes la recuerdan y la nombran.
Su cercanía a Azcuénaga, una localidad de aproximadamente 400 habitantes, nacida de la fundación de su estación de ferrocarril y con atractivos modestos pero genuinos de una época que parece no terminarse, hacen incomprensible la falta de un acuerdo para su conservación y la posibilidad de darle una apertura al público que hasta allí se acerca y brindar así  fácil acceso a parte de la historia de nuestro país.






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